lunes, 21 de octubre de 2013

La Virgen que llora...

Venía la Virgen llorando, y todo lloraba al verla,
lloraba el azul lejano, y lloraban las estrellas,
lloraba el viento dormido en la cruz de la Calleja,
lloraba el árbol sin sombra, y la florida maceta,
lloraba el hierro forjado del balcón y la azotea,
y lloraba la oración, y lloraba la Saeta,
y la música lloraba entre acordes y carencias,
mientras la Virgen venía, llora que llora su pena,
llegó la Virgen llorando, y todo lloró con Ella,
lloró la luna redonda su plata por las veleta,
y lloró triste la noche, y la torre muda y quieta,
y los ojos al mirarla, y las manos que se elevan,
y la lágrima que pide, y la oración que le ruega,
y la sangre temblorosa, y la entraña que se agrieta,
y el corazón que al amor recorre todas sus puertas,
mientras la Virgen pasaba llorando su amarga pena,
la Virgen siguió llorando, y todo lloró por Ella,
lloró su aroma a la flor, y lloró la luz sucera,
lloró el palio su vaivén de azahar y de azucena,
lloró la candelería su labor de plata vieja,
lloró sufrido el marfil, y el tecio pelo su seda,
lloró en su alta corona el reflejo de las piedras,
y lloró toda Sevilla, por el Valle de su pena,
se fue llorando la Virgen, y todo lloró por ella... 
                             Don Antonio Rodríguez Buzón, pregonero de la Semana Santa de Sevilla (1957)




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